HACIA EL DESARROLLO DE ESCUELAS INCLUSIVAS
1. MARCO CONCEPTUAL
Los Derechos humanos de los niños, niñas y adolescentes
Los principios básicos que deben orientar la política educativa para los niños, las niñas y los adolescentes con discapacidad son los mismos que orientan la política para cualquier niño. Estos principios están consagrados en los instrumentos internacionales de Derechos Humanos y más particularmente en la Convención sobre los Derechos del Niño. Esta Convención tiene gran relevancia dado que ha sido ratificada casi universalmente. El eje central de la Convención es que consigna a los niños, todos los niños, como sujetos de derecho lo que implica un cambio sustantivo en la relación entre los niños, el mundo adulto y el Estado. El hecho que los niños, las niñas y los adolescentes sean titulares de derecho hace necesario implementar cambios legales, institucionales y culturales para que estos derechos sean efectivamente respetados y puedan ser exigidos.
Derecho a la Educación
La Convención Internacional sobre los Derechos del Niño tiene una propuesta muy clara en torno a la educación, en ella se establece que:
- La educación es un derecho de todos los niños.
- El acceso a este derecho debe estar eximido de discriminación e inspirado en la igualdad de oportunidades.
- Se debe garantizar en el sistema escolar un trato compatible con la
dignidad humana.
- La educación se orientará por objetivos de calidad, que desarrollen al máximo las capacidades del niño, preparándole para la vida adulta.
- La educación debe realizarse en medio de una convivencia respetuosa de los
derechos humanos, la libertad, justicia, respeto y la promoción de la participación
de niños y adolescentes en los asuntos de su interés.
En síntesis, la escuela debe ser un instrumento para la igualdad de oportunidades para
todos, además de un espacio de integración social, donde se conoce, comparte y convive
con personas provenientes de otros grupos sociales, y se aprende a respetar y valorar al
diferente. Se busca la mayor calidad educativa para todos, para lograr su plena
participación e integración social y productiva en el mundo adulto. Nada puede ser más
perjudicial para la formación de nuestros hijos que educarlos en guetos, en una escuela
que no da cabida, ni tolera la diversidad en su interior. La escuela debe ser el espacio
privilegiado, en que todos aprendemos a convivir con los otros, y en que cada uno tiene la
oportunidad de desarrollar al máximo sus capacidades de aprendizaje.
Derecho a la Educación, la No Discriminación y la Participación.
Otro aspecto a considerar es que la Convención de los Derechos del Niño en su artículo 2
deja en claro que los niños no deben ser objeto de ningún tipo de discriminación. Esto no
significa tratar a todas las personas de la misma manera, sino, por el contrario, ofrecer las
ayudas y oportunidades que cada persona necesita de acuerdo a sus características y
necesidades individuales. Por lo tanto, implica que los sistemas educativos han de
proveer los recursos humanos, materiales y financieros necesarios para que los alumnos
con necesidades educativas especiales cuenten con las ayudas necesarias que faciliten
su proceso de aprendizaje y su autonomía personal. En este sentido, la igualdad de
oportunidades no hay que entenderla sólo en relación con el acceso a la educación sino
también con el derecho a una educación de igual calidad.
La misma Convención en su artículo 23 apunta específicamente a los niños con
discapacidad, señalando: "...que se reconoce que el niño mental o físicamente impedido, deberá disfrutar de una vida plena y decente en condiciones que aseguren su dignidad, permitiendo llegar a bastarse por sí mismo y faciliten la participación activa del niño en la comunidad". En el ámbito educativo este derecho significa que los niños con necesidades educativas especiales deberían educarse con el resto de los alumnos de su edad y participar al máximo posible de las actividades escolares sin perder de vista sus necesidades específicas. Deben participar del currículo común, haciendo los ajustes necesarios, ya que en éste se establecen las competencias necesarias para ser un ciudadano que participa activamente en la sociedad.
1.2.- La atención a la diversidad.
La educación escolar tiene como finalidad fundamental promover de forma intencional el
desarrollo de ciertas capacidades y la apropiación de determinados contenidos de la
cultura necesarios para que los alumnos puedan ser ciudadanos activos en su marco
sociocultural de referencia. Para lograr esta finalidad, la escuela ha de conseguir el difícil
equilibrio de proporcionar una cultura común a todos los alumnos que evite la
discriminación y desigualdad de oportunidades, respetando al mismo tiempo sus
características individuales, sociales, lingüísticas y culturales.
El concepto de diversidad nos remite al hecho de que todos los alumnos tienen unas
necesidades educativas individuales propias y específicas para poder acceder a las
experiencias de aprendizaje necesarias para su socialización, que están establecidas en
el currículo escolar. Estas necesidades educativas individuales tienen su origen en las
diferencias culturales, sociales, de género y personales. Los modelos y propuestas
educativas están influidos por la percepción y connotaciones de valor que se tengan
respecto de las diferencias. Cuando se habla de diferencias sociales se está hablando no
sólo de alumnos diversos, sino de alumnos que tienen diferentes oportunidades (unos
tienen más que otros). Cuando se habla de diferencias culturales, suele considerarse que
hay una cultura mayoritaria y otras minoritarias que tienen menor influencia en la sociedad.
Cuando hablamos de diferencias individuales suele haber una tendencia a valorar más a
aquellos que tienen altas capacidades; especialmente las de tipo intelectual.
Muchos alumnos experimentan dificultades de aprendizaje y de participación en la escuela
porque no se tienen en cuenta dichas diferencias, como consecuencia del modelo
homogeneizador de los sistemas educativos. Los diversos grupos sociales, culturales y
etnias tienen normas, valores, creencias y comportamientos distintos a los de la cultura
escolar. Los alumnos que pertenecen a sectores sociales y culturales con menor
vinculación a los objetivos y cultura de la escuela pueden generar menos expectativas en
los profesores y tener menor autoestima y seguridad en las actividades escolares. La
percepción de estos alumnos de que se espera poco de ellos refuerza su sensación inicial
de que son poco competentes para las tareas escolares.
Las diferencias de género también influyen en el proceso de enseñanza- aprendizaje.
Finalmente, las diferencias individuales en cuánto a capacidades, motivaciones, estilo de
aprendizaje, etc., que son inherentes al ser humano y se dan al interior de los colectivos
señalados, tienen gran influencia en los procesos de aprendizaje haciendo que estos sean
únicos e irrepetibles en cada caso.
Sin embargo, se debe señalar que las necesidades educativas de los alumnos no dependen sólo de las diferencias anteriormente señaladas, sino que están también relacionadas con el tipo de situaciones que vive cada uno en la escuela. La oferta curricular, la organización escolar, las estrategias de aprendizaje en el aula, las expectativas de los profesores, las relaciones con la familia y los sistemas de participación que se establecen son mecanismos importantes que favorecen o dificultan el aprendizaje y la plena participación de los alumnos al proceso educativo. Dos escuelas del mismo contexto pueden abordar de forma muy distinta las diferencias de los alumnos y alumnos, contribuyendo al éxito en el aprendizaje y la participación o por el contrario al fracaso y segregación de los alumnos.
1.3. - El concepto de necesidades educativas especiales.
Muchas necesidades individuales pueden ser atendidas a través de una serie de
actuaciones que todo profesor y profesora conoce para dar respuesta a la diversidad; dar
más tiempo al alumno para el aprendizaje de determinados contenidos, utilizar otras
estrategias o materiales educativos, diseñar actividades complementarias, etc. En
algunos casos, sin embargo, determinadas necesidades individuales no pueden ser
resueltas por los medios señalados, siendo preciso poner en marcha una serie de
ayudas, recursos y medidas pedagógicas especiales o de carácter extraordinario
distintas de las que requieren habitualmente la mayoría de los alumnos.
El concepto de necesidades educativas especiales implica que cualquier alumno o
alumna que encuentre barreras para progresar en relación con los aprendizajes
escolares, por la causa que fuere, reciba las ayudas y recursos especiales que necesite,
ya sea de forma temporal o permanente, en el contexto educativo más normalizado
posible. Algunas necesidades educativas especiales sólo requieren para ser atendidas
una serie de medios, recursos o ayudas técnicas que van a permitir que el alumno pueda
seguir en gran medida el currículo común, y van a facilitar su autonomía y proceso de
aprendizaje. Otras necesidades educativas van a requerir modificaciones o ajustes en el
currículo mismo, y finalmente existen necesidades que requieren para ser atendidas
modificaciones en el contexto educativo, estructura social o clima afectivo en el que tiene
lugar el hecho educativo.
Hasta hace relativamente poco sólo los alumnos con algún tipo de discapacidad eran los
destinatarios de este tipo de ayudas y recursos especiales, mientras que muchos otros
que tenían dificultades de aprendizaje o de adaptación seguían en la escuela común sin
ningún tipo de ayudas. El concepto de necesidades educativas especiales afecta a un
número mayor de alumnos que aquellos que presentan discapacidad ya que existe un
colectivo más amplio de alumnos que, por diferentes causas, pueden requerir ayudas
especiales para superar sus dificultades de aprendizaje y favorecer el pleno de sus
capacidades.
Uno de los avances más importantes del concepto de necesidades educativas especiales
es que pone el acento en lo que la escuela puede hacer para compensar las dificultades
del alumno, ya que desde este enfoque se considera que las dificultades de aprendizaje,
sea cual sea el origen de las mismas, tienen un carácter interactivo dependiendo tanto de
sus características personales como de la respuesta educativa que se le ofrece. Este
enfoque se preocupa sobre todo por identificar las necesidades educativas del alumno y
la alumna como consecuencia, no sólo de sus limitaciones personales sino también de las
deficiencias de la respuesta educativa.
En la mayoría de los países se sigue considerando como alumnos y alumnas con
necesidades especiales sólo a aquellos que presentan una discapacidad, porque se
utiliza como criterio el origen del problema en lugar de considerar el tipo de ayudas o
recursos que hay que proporcionar a ciertos alumnos y alumnas para facilitar su proceso
de aprendizaje y su progresión con relación al currículo escolar.
1.4.- El concepto de integración educativa.
La integración es la consecuencia del principio de normalización, es decir, el derecho de
las personas con discapacidad a participar en todos los ámbitos de la sociedad
recibiendo el apoyo que necesitan en el marco de las estructuras comunes de educación,
salud, empleo, ocio y cultura, y servicios sociales, reconociéndoles los mismos derechos
que el resto de la población. La integración educativa debe formar parte de una estrategia
general cuya meta sea alcanzar una educación de calidad para todos.
El argumento esencial para defender la integración tiene que ver con una cuestión de
derechos y con criterios de justicia e igualdad. Todos los alumnos tienen derecho a
educarse en un contexto normalizado que asegure su futura integración y participación en
la sociedad. Una segunda razón por la que surge la integración es que las escuelas
especiales no han proporcionado los beneficios que se esperaban, y el hecho de existir
éstas ha conllevado que un gran porcentaje de alumnos que fracasan en la escuela vaya a
parar a ella. En prácticamente todos los países, la educación especial se ha configurado como producto de un proceso sistemático de expulsar a los alumnos y alumnas con discapacidades leves del sistema regular, sumándole posteriormente a los alumnos y alumnas que presentan niveles más graves de discapacidad. Las escuelas especiales están atendiendo a los niños y niñas de los que la escuela regular no se quiere hacer cargo. Mientras, un alto porcentaje de niños y niñas con discapacidad, que necesitan una mayor atención, están en sus casas sin poder acceder a ningún tipo de educación ni regular ni especializada.
Un tercer aspecto a considerar es que las escuelas de educación especial han fallado en
su objetivo principal de preparar a los niños, niñas y jóvenes con discapacidad para su
participación y su inserción posterior en la sociedad. Se presenta, entonces, la integración
educativa como el medio para que esta inserción social sea efectiva. Otros argumentos a
favor de la integración tienen que ver con la calidad de la educación misma. La integración
realizada en las debidas condiciones y con los recursos necesarios, es beneficiosa no
sólo para los alumnos con discapacidad, sino también para el resto de los alumnos, y para
los docentes. No obstante, también existen ciertos temores hacia la integración, incluso por parte de aquellas personas que comparten su filosofía y principios. Un primer obstáculo tiene que ver con la dificultad de cambiar las representaciones y las creencias. Muchos piensan que los alumnos con discapacidad "aprenden menos" en la escuela común que en la especial, porque no tienen una enseñanza tan individualizada ni la presencia constante de
especialistas. Otro temor muy frecuente es que el resto de los niños aprendan menos o
más lentamente por la presencia en las aulas de niños con discapacidad. Sin embargo,
las evaluaciones e investigaciones realizadas no avalan lo anterior, sino todo lo contrario.
Otra de las principales preocupaciones está relacionada con el funcionamiento de la
escuela regular: clases muy numerosas, mayores exigencias, enseñanza muy rígida y
homogeneizadora. Obviamente, la integración implica que se produzcan cambios
profundos en el currículo, la metodología y la organización de las escuelas, de forma que
creen las condiciones necesarias para que todos los alumnos, sin excepción, participen y
tengan éxito en su aprendizaje. Finalmente se argumenta que la integración requiere una
serie de recursos materiales y humanos, que no siempre están disponibles. Es cierto que
se requieren una serie de recursos, humanos y materiales de carácter especializado, pero
no siempre es necesario aumentar los recursos sino utilizar de forma distinta los ya
existentes.
La generalización de la integración implica la reconversión progresiva de los centros de
educación especial, pero no la eliminación de los profesionales y servicios de educación
especial que habrán de realizar funciones distintas. Desde esta perspectiva la educación
especial deja de ser un sistema paralelo que sólo se ocupa de los niños y niñas con
discapacidad para convertirse en un conjunto de servicios y apoyos para todos los
alumnos que lo requieran, contribuyendo así a la mejora de la calidad de la enseñanza.
En consecuencia, los centros de educación especial han de reconvertir progresivamente
su rol y sus funciones, incorporándose a la red general del sistema educativo y los
procesos de reforma. La tendencia general es que se conviertan en centros de recursos
para la comunidad y las escuelas comunes, y que sólo escolaricen niños y niñas
gravemente afectadas.
1.5. - El concepto de educación inclusiva.
La educación inclusiva se asocia frecuentemente con la participación de los niños con
discapacidad en la escuela común y de otros alumnos etiquetados "con necesidades
educativas especiales". Sin embargo, esta acepción estaría más relacionada, según lo
expresado anteriormente, con el concepto de integración educativa y no el de inclusión. El
concepto de educación inclusiva es más amplio que el de integración y parte de un
supuesto distinto, porque está relacionado con la naturaleza misma de la educación
regular y de la escuela común. La educación inclusiva implica que todos los niños y niñas
de una determinada comunidad aprendan juntos independientemente de sus condiciones
personales, sociales o culturales, incluidos aquellos que presentan una discapacidad. Se
trata de un modelo de escuela en la que no existen "requisitos de entrada" ni mecanismos
de selección o discriminación de ningún tipo, para hacer realmente efectivos los derechos
a la educación, a la igualdad de oportunidades y a la participación.
El proceso de integración educativa ha tenido como preocupación central reconvertir la
educación especial para apoyar la educación de los niños integrados a la escuela común,
trasladando, en muchos casos, el enfoque individualizado y rehabilitador, propio de la
educación especial, al contexto de la escuela regular. Desde esta perspectiva, se hacían
ajustes y adaptaciones sólo para los alumnos etiquetados "como especiales" y no para
otros alumnos de la escuela. El enfoque de educación inclusiva, por el contrario, implica
modificar substancialmente la estructura, funcionamiento y propuesta pedagógica de las
escuelas para dar respuesta a las necesidades educativas de todos y cada uno de los
niños y niñas, de forma que todos tengan éxito en su aprendizaje y participen en igualdad
de condiciones. En la escuela inclusiva todos los alumnos se benefician de una enseñanza
adaptada a sus necesidades y no sólo los que presentan necesidades educativas
especiales.